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Channel: Mis galgas, yo y the ruby slippers
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Nunca hay que perder la esperanza

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Hace dos viernes, por la noche, mi hermano Oliver y yo, disfrutábamos del concierto celebración del 25 aniversario de "Les Misérables", tirados en la cama, mientras las galgas, Lolita y Tallulah, debido al calor de agosto en Madrid, andaban tiradas por los suelos y el pequeño Margarito, alternaba la comodidad de la cama, con también, el más fresco suelo. Nos emocionamos hasta las lágrimas tanto, del espectacular y conmovedor final del concierto,  con toda la compañía y coros, a los que se unieron los veteranos intérpretes de la primera compañía que representó el show hace 25 años, los autores... cantando ante la entusiasmada audiencia de miles de personas, que lo repetimos varias veces. ¡Estábamos en éxtasis! 







Pero la vida actúa de forma misteriosa y poco nos imaginábamos lo que nos esperaba, en unas pocas horas...

Como soy un ser nocturno, me acuesto muy tarde, pero antes, bajo a mis tres criaturas, las galgas y Margarito al patio para su último pis. Al subir de nuevo a casa, noté rara a Tallulah, la rusa. Tenía la mirada como perdida, los ojos muy abiertos y tumbada en el suelo, un tanto rígida y con el cuello en una posición que hacía que volviera la cabeza lateralmente hacia atrás. Le dí las cookies que les doy cada noche a los tres antes de irnos a dormir y ni siquiera los miró. Comer es lo que más le gusta en el mundo a Tallulah. Pensé que podría estar agobiada por el calor, pero me empecé a preocupar.




No hice fotos de Tallulah durante este suceso,
pues no era momento de pensar en fotos.
Pondré solo bonitas fotos de ella. 




A los pocos minutos, se había levantado y subido al sofá. Estaba tumbada y con un aspecto aún más raro. Se la veía aún más rígida, con los ojos como un cordero degollado (triste imagen) y como ausente. Mi hermano y yo, definitivamente, nos alarmamos. Ya eran como las 4:30 de la madrugada y decidimos llevarla rápidamente a urgencias. La bajamos del sofá pero no se tenía de pié. Las patas se doblaban sin fuerza alguna. La tumbamos sobre una manta doblada por la mitad y como para nuestra desgracia, no tenemos coche, llamamos a un taxi avisando que llevábamos a un perro grande. Agarramos la manta por las cuatro esquinas y como en una camilla, la metimos asustados en el ascensor camino de la calle. Desde abajo, oíamos como Lolita y Margarito, al unísono, aullaban desde casa. Debían de estar oyéndoles todo el vecindario. Eso hizo que nos estresáramos aún más.






Angustiados y acelerados, llegamos al taxi que esperaba en la puerta. Un taxista debe de tener la idea de que un perro grande es un labrador o un bóxer. Cuando él vio a Tallulah, una borzoi de más de 40 kilos, casi 80 centímetros de altura hasta la cruz y llena de largo pelo se quedó lívido y debió de pensar que era un pony. La tumbamos en el asiento trasero y corrimos a la clínica de urgencias. Nos recibió un veterinario que comenzó a reconocerla mientras escuchaba lo que, asustados, le narrábamos sobre como había empezado todo. Tenía más de 40 de fiebre, lo que es mucho para un perro y parecía no reaccionar a nada. Yo, aterrorizado, con náuseas, debido a los nervios agarrados en el estómago y muy alarmado, me sentía a punto de desplomarme en el suelo. El veterinario empapó de agua un absorbente y se lo colocó entre las patas traseras, pegado al vientre y la cubrió entera con una toalla grande, también empapada en agua. Le puso una vía y le comenzó a administrar suero y medicamentos. Nos dijo que podría tratarse de algo neurológico, un pinzamiento en las vértebras o un trombo. Había que hacerle análisis, ecografías e incluso podría también ser necesario, una resonancia, pero en esa clínica de urgencias, no disponían de los aparatos necesarios. Habría que trasladarla a otra. Eran como las 6.30 de la mañana y estábamos agotados, sin dormir y al borde del colapso. Él no sugirió que la dejáramos en la clínica hasta que cerrara a las 10 de la mañana, que nos fuéramos a casa hasta entonces. La fiebre le había bajado y tenía mejor aspecto. La colocamos en el suelo, sobre la manta y Oliver y yo nos fuimos a casa angustiados y sufriendo por nuestra bella rusa.






Antes de llegar al portal, oímos a Margarito ladrando, como siempre hace enterándose sorprendéntemente,  de nuestra llegada. Lolita y él nos recibieron como si no nos hubieran visto en un año. Nos bebimos un vaso de Coca Cola, que es lo único que ingerí durante muchas horas y nos tumbamos agotados en la cama. Al llegar la hora en cuestión y machacados por toda la angustia y lo siniestro de esta vida, corrimos de nuevo a la clínica. Tenía mejor aspecto, pero seguía sin poder mantenerse en pie. En otro taxi, la llevamos a otra clínica en el barrio de San Blas, que está lejísimos de donde vivimos, para que le realizaran todas las pruebas necesarias. Ecografías, radiografías, análisis y demás, solo sugerían que podría tratarse de un pinzamiento de las vértebras del cuello. Yo seguía angustiado, con náuseas y bebiendo Coca Cola. Debíamos dejarla en observación durante 24 horas, pero esta clínica cerraba por la tarde y allí no era posible. Nos sugirieron una de la zona de Atocha, que también está lejos, muy lejos de nuestra casa. Volamos a otro taxi, cargando con una pobre rusa enferma y harta de tanto viaje y allí quedó la criatura, tratando de levantarse sin conseguirlo, cuando nos despedimos de ella. Nos rompió el corazón. ¿Como hacerla saber que volveríamos a por ella? ¿Que no la abandonábamos?







Pensé en todas esas criaturas que no son adoradas por sus amos y son abandonadas con tanta facilidad como falta de remordimientos. Me entristecí aún más.




Loki, cachorro de 7 meses en la perrera de Logroño. 
Si nadie lo ha impedido, ha sido sacrificado este pasado domingo




Lo que mi hermano y yo, pasamos durante esas horas, no se lo deseo a nadie. Bueno, a Rajoy y sus secuaces, si. Pero no haciendo que sufra ninguna inocente criatura, por supuesto. Por que además, he de decir, que el Partido Popular subió el IVA de los veterinarios al nivel del de el teatro, lo cual les define. Solo esa noche, nos gastamos 450€. Al final, no se le hizo una resonancia (400€) que sugerían y tampoco hubo que operarla (más de mil euros), como nos dijeron de forma alarmante.

Tener buenos amigos en esta vida, es más importante y valioso que el sexo, por decir algo valioso e importante. En este tipo de situaciones, valoras el apoyo moral de la gente a quien importas, aún en la distancia. Se lo preocupadas que vivieron esta dramática situación, mis amigas repartidas por diferentes puntos de España. Cuando no encuentras apoyo ni ayuda en tu entorno más cercano, que mi amiga Lucía (Santa Lucía, para mí, es ella) que vive en Cuenca, se empeñara en venir rauda en coche a Madrid a ayudarnos, me emocionó. Nos emocionó a Oliver y a mí. Sus WhatsApps, insistiéndome en que le dijéramos donde estábamos, debería tatuarmelos en mi cuerpo. Por supuesto, no acepté.




Tal cual, pero con coche



El viernes por la noche, llamamos a la clínica para saber como estaba Tallulah. Tenían un horario muy estricto de llamadas y nos pilló haciendo la compra semanal que no podíamos retasar. Aún no habíamos dormido nada y al llegar la hora, Oliver llamó. Le dijeron que la pobre rusa se había puesto en pié y estaba caminando. También nos dijeron que se había pasado la noche llorando. ¡Ella, que parece una esfinge y nunca se queja de nada! Agarrados al rebosante carro del hypermercado y lejos de ella, lloramos de alegría. Y lloré hasta llegar a casa.

El sábado, teníamos que ir a buscarla a la clínica. Lucía, me contó que ella y Fernando, su marido (¡Otro santo varón!) tenían que venir a comer con familiares a Rivas, que para mí, es como decir Pernambuco, por lo lejos que está del centro de Madrid. Y me insistió que nos esperarían en la puerta de la clínica, para traernos a Tallulah a casa. Fernando, además, quería conocernos. Yo no se lo que le habrá contado ella de nosotros, para que el pobre Fernando tuviera ese interés. Por supuesto, ellos llegaron a la clínica, antes que nosotros. Tenemos una horrible y a menudo infundada fama de impuntuales, pero debe de ser cierta, cuando nos retrasamos hasta en ocasiones importantes, como esta. Después de sinceros saludos, besos y abrazos, entramos ansiosos en busca de la rusa. Nos pidieron que esperáramos y a los pocos minutos, nos emocionamos al verla venir despacio, pero con decisión, por el pasillo, pero ella... no se detuvo ni a mirarnos y siguió hasta la puerta de la calle. Parecía dolida y enfadada por haberla dejado en ese lugar.






O tal vez, solo ansiosa por salir de allí. Charlamos durante unos minutos con el veterinario y se creó un momento tenso, cuando Oliver le comentó que los precios le parecían excesivos. 180€ por una noche en observación, es mucho más de lo que cuesta una habitación de muchos hoteles. El veterinario, claramente indignado, dijo que tener un perro es un capricho y que si no puedes afrontar los gastos de ese capricho, que no tengas perro. Ese comentario, nos pareció muy desagradable y poco apropiado, y más, viniendo de un veterinario, que debería saber y ser consciente, de lo que tener perro, o mejor dicho, compartir tu vida con un perro, significa para muchas personas. Yo me mordí la lengua y sentí como Lucía, que tiene familia extrameganumerosa de cuadrúpedos, también se la mordía y se agarraba a sí misma, para no plantarse delante de él y decirle cuatro cosas. Oliver nunca, nunca, se muerde la lengua y le dijo simplemente que para él, un perro no es un capricho, es una necesidad. El veterinaro enmudeció. A Tallulah solo le faltó insultarnos a todos, para que la sacáramos de allí de una puta vez.






La pobre criatura, se pasó varios días débil y tambaleándose como a punto de desplomarse. Pero lo importante, es que seguía con nosotros. El lunes, la chica que se encargó de hacerle todas las pruebas en San Blas, la vio en la clínica de mi barrio, pues es la sustituta de mi veterinario habitual. Me contó, que cuando habló el viernes con alguien de la clínica donde se había quedado en observación y le dijeron que Tallulah ya estaba de pie y caminando, se sorprendió muchísimo. Ella cree que de un pinzamiento en las vértebras, que supuestamente le dejaron en ese estado, la recuperación es más larga. Se inclina en creer que más bien es cosa de un trombo en el cerebro, que por lo visto, sí es más de rápida recuperación. Yo no se que pensar. Solo se que sigue con medicación y espero que no vuelva a pasar por todo esto nunca más. Ahora,  cuando se pone contenta, a pesar de sus 9 años de edad, agarra con la boca uno de sus peluches que pueblan la casa y corre por el pasillo feliz. Vuelve a ser ella. Pero aunque ha pasado más de una semana, aún la miramos con preocupación. Es lo que tiene el querer como se merecen a estas criaturas. Nunca hay que perder la esperanza.







Siento una gran pena por los perros y gatos que son despreciados y abandonados cuando su salud se ve afectada. Estoy harto de difundir casos así, en Noble Galgo. Rompe el corazón pensar en ellos, sin nadie que se preocupe de cuidarles como merecen.




La pobre Galicia, abandonada en este penoso estado





Por no hablar, del repugnante estado en que los galgueros mantienen a sus galgos. Luego pretenden que la caza con galgo sea Bien de Interés Cultural...

(Por favor, pon antes en pausa el reproductor de música, en la barra inferior de la pantalla. Gracias) 





Estos vídeos, son todo lo contrario al anterior. Demuestran lo que es el talento, la sensibilidad y el crear cosas dignas de elevar el espíritu. Todo lo contrario a los gañanes de la escopeta y los fríos y sucios zulos llenos de tristes galgos. No me deja YouTube insertarlos aquí, pero son una muestra de lo que nos emocionaba a Oliver y a mí, antes de que se desatara el drama.

El primero es del número final antes del entreacto: "One Day More".

https://www.youtube.com/watch?v=M78k8fqnxY4&list=LL-VYkQRxw-2GWxeRWBZaiqw&index=4

Este es del mismo tema, pero cantado después de terminar el show, por la compañía veterana de hace 25 años. La calidad es penosa, pues está grabado por alguien del público. Al magnífico Ramin Karimloo apenas se le oye, pero aún con mala imagen y sonido, merece la pena.

https://www.youtube.com/watch?v=tTnzAD58xh4&index=5&list=LL-VYkQRxw-2GWxeRWBZaiqw


Gracias a todos los que os habéis preocupado por Tallulah y en especial, a esas dos buenas personas, Lucía y Fernando.






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